Creía que el mahjong era cuestión de suerte… hasta que mi gato Noche me enseñó que ganar es un algoritmo disfrazado de ritual. Cada ficha tiene una curva de dopamina y cada pérdida un suspiro poético. No juego para ganar: juego porque el silencio entre manos me cura. ¿Tú también juegas por azar? O por amor propio? ¡Comparte tu partida en los comentarios! 🃏

Creía que el Mahjong era cuestión de suerte… hasta que vi mis fichas como variables en un laboratorio psicológico. ¡No juego con manos! Juego con neuronas. El gato Noche me dijo: “Si tiras una carta, no es apuesta… es terapia”. Ahora entiendo: el 90% de las jugadas son solo sesiones de mindfulness con café y tiles. ¿Tú también tienes un firewall emocional? Comparte tu partida en los comentarios — ¡yo apuesto a que tu gato también juega!