Crees que juegas al mahjong… pero es él quien te juega

Solía pensar que el mahjong era un juego de destreza—hasta que conté mis pérdidas. Soy Lin, criado en Brooklyn por un programador irlandés y un maestro jamaiquero. Mi banda sonora: jazz a medianoche, hip-hop en el metro, y el silencioso clic de las fichas en un apartamento tenue. No sabía entonces: cada mano no era suerte—era diseño conductual. La app ‘Golden Dragon Mahjong’ no te recompensa. Diseña tu ciclo de dopamina. El ‘add-on gratis’? Un disparador programado. El ‘bonus limitado’? Un bucle de refuerzo diseñado para mantenerte jugando más allá de la medianoche. Seguí mis gastos como un neurocientífico: $10 por sesión, máximo 30 minutos. Ni siquiera cuando las fichas gritaban ‘doble victoria’. El verdadero premio no es el bote. Es despertar tras la medianoche con té en mano, darte cuenta: no buscabas oro—te llevaban algoritmos invisibles diseñados para engagement—not entretenimiento.