Del Novato al Dragón Dorado

No empecé a escribir sobre mahjong. Solo buscaba relajarme tras el trabajo, tomando café en West Loop y observando a extraños en centros comunitarios del South Side. Pero noté: las fichas no eran aleatorias; eran variables. Cada descarte es un bucle de retroalimentación. El ‘Dragón Dorado’ no es mito: es la probabilidad óptima calculada tras miles de rondas. Las altas tasas de victoria vienen del reconocimiento patrónico, no de la fortuna. Mi presupuesto: $800/mes—no para ganar, sino para ancho cognitivo. Cada sesión dura 20 minutos: suficiente para observar, no perseguir. Dejé de verlo como entretenimiento; se convirtió en mi ritual: un cálculo silencioso del riesgo.