De Novato a Rey Dragón

Nunca pretendí ser rey. Cuando empecé en un tugurio de Shanghái, creí que era solo un juego—fichas que chasqueaban como monedas en la oscuridad. Pero esa noche, las fichas susurraron. Los pergaminos antiguos no estaban escritos con tinta—estaban tallados con silencio. Cada mano era elección, no suerte. Mi presupuesto: 100 Rs por ronda. Nada más. Mi regla: juega 20 minutos, luego para. El ‘Dragón Dorado Mahjong’ no trata de ganar grande—es saber cuándo retirarte. Vi a veteranos convertir pérdidas en victorias—no persiguiendo premios, sino escuchando el ritmo entre viento y sombra. No es una fiesta—es un ceremonial que vuelves cada medianoche. Una noche, tras tres manos silenciosas, dibujé 12.000 Rs—not por codicia—sino por gracia. Lo llaman ‘juego de azar’. Yo lo llamo ‘estar vivo’. ¿Tu próxima jugada? Déjala arder.